El valor de evitar un final incómodo

En la última ronda del torneo Alejandro Báez me ocurrió algo inusitado en 18 años, algo intermitentes, de jugar en torneos. Con 58 segundos de tiempo más 10 segundos por jugada de incremento, estuve a punto de verme obligado a dar mate con alfil y caballo. Sin temor a equivocarme, este tipo de mates ocurre una vez en millones de partidas, pero aún los maestros le tienen algo de aversión a tener que entrar en dificultades de este tipo.

La técnica de este mate es empujar al rey contrario a la casilla del color del alfil, pero hacer toda la maniobra para llevar al adversario a ese rincón puede llevar de 15 a 35 movimientos. ¡Un auténtico fastidio tomando en cuenta la terrible presión del tiempo!

Hay casos en que aún jugadores con título internacional no encontraron la fórmula para matar al rey con alfil y caballo. Botvinnik sugería quitarle el título a todo aquel que no pudiera lograrlo:

Juegan negras y ganan

Aquí, el blanco está completamente perdido, pero aún puede molestar forzando a un mate de alfil y caballo. Para evitarlo, el negro tiene que cuidar con todo a su peón de f5. Tras la jugada lógica Bxh4+ el blanco puede continuar Kf5, Bxf2, Kxf5 y ahora el negro tendrá que eliminar al peón de f3 e iniciar la persecución hasta a1 o h8. Por esa razón, decidí jugar Ng6 y ahora sí, con mi peoncito seguro, tomar el peón de h4 con el alfil.

Y en realidad, uno de los aprendizajes más importantes que se pueden tomar de estas situaciones es que cuando la partida está ganada, no hay que presionarse en exceso. La presa no va a ir algún lado y siempre es necesario encontar la forma más directa y cómoda para ganar. En otras palabras, tomar el peón inmediatamente hubiera significado una reacción demasiado impulsiva en una posición de todas formas ganada. Por el contrario, el adversario bien podría optar por "pescar en río revuelto" en una posición sin salvación.

Al final, mi contrincante jugó incorrectamente, perdió casi sin lucha su peón de f3 (que era otro dique defensivo para él) y finalmente perdió por tiempo, cuando mi peón milagroso estaba a punto de convertirse en una bella dama. ¡Las cosas que pasan en las partidas semiactivas!